Estudiamos en el Talmud (Yoma 86ª): Existe cuatro clases de expiaciones, o sea que existen cuatro tipos de trasgresiones las cuales poseen paralelamente una expiación.
Si ha trasgredido un precepto positivo, no se mueve de su lugar hasta ser perdonado. Significa, que la persona que dejó de observar un precepto positivo, como pronunciar el kiddush la noche del Shabbat, recitar Shemá Israel, etc. y se arrepiente real y sentidamente de dicha falta, la misma es disculpada inmediatamente, como está escrito: Retornad hijos rebeldes y Yo curaré vuestra rebeldía.
Si hubiese trasgredido un precepto negativo, por ej. comió un fruto o verdura que debe revisarse de gusanos, etc. y no lo hizo y se arrepiente en forma genuina, su Teshuba permanece pendiente hasta el día de Quipur en que estos pecados son expiados, como está escrito: Pues en este día expiaréis todos vuestros pecados.
En caso de haber cometido pecados más grave, aquellos que son eventualmente penados con la pena capital o el exterminio espiritual, como la trasgresión del Shabbat, la pureza familiar, etc. la Teshuba y el mismo día de Quipur dejan pendiente estos pecados, y los sufrimientos que le serán destinados culminarán por expiarlos.
Por último, hallamos el pecado que sólo la muerte puede expiar, aquel que profana la honra divina.
De todas formas estas clasificaciones son genéricas, pues por ejemplo el caso de los preceptos positivos los cuales hemos dicho que la Teshuba es suficiente para expiarlos, no lo es sin embargo en todos los casos, pues si la persona reincide en su trasgresión del precepto positivo esta trasgresión reviste la gravedad de un pecado de pena capital o exterminio espiritual el cual sólo es expiado con los sufrimientos.
Asimismo lo que afirmamos en cuanto a que el pecado de profanar la honra divina no se expía sino con la muerte, no es absoluto pues si la persona logra glorificar el nombre de D-os tras haberlo profanado su pecado se aliviana y la gravedad de su trasgresión se ve disminuida. (en la obra Caf Hayim leyes sobre Rosh Hodesh se citan las acciones expiatorias para esta trasgresión)
De lo anterior resulta que muchas personas sólo pueden expiar sus trasgresiones por medio de los sufrimientos que les destinen de los cielos, como está escrito: Y recordaré con la vara vuestra rebeldía y con calamidades vuestros pecados.
En realidad, en los escritos de los grandes maestros de la ética y la Cabalá encontramos las formas de expiación de las trasgresiones para que la persona pueda absolverse totalmente. Como ejemplo de esto podemos citar la obra Reshit Hojma de Rabí Eliahu de Vidas z”l (s. XVII) quien es sumamente estricto con los pecadores y exige de estos numerosos ayunos o inmersión en agua congelada para poder expiar los pecados. Y esto se debía al conocimiento profundo y real que poseían dichos maestros de la gravedad de cada pecado y la forma de absolverlos. Sin embargo, con el correr de los tiempos los hombres se debilitaron en su naturaleza y ya no pueden realizar todos estos ayunos, por lo que es necesario desistir de dichas prácticas.
Más contemporáneamente se erigió la figura de Rabí Yosef Hayim z”l de Bagdad (autor del Ben Ish Hay) quien redactó la obra Lashon Hajamim en la que pormenoriza las distintas formas de expiar los pecados y lo hace con un profundo e incomparable conocimiento de la trascendencia de los pecados. El fue mucho más condescendiente, sin embargo requiere asimismo numerosos ayunos para concretar la expiación la cual en ocasiones puede sumar cientos de ayunos, hecho que en la actualidad se torna imposible.
De hecho en la actualidad, podemos observar cómo en una sola generación una gran debilidad se apoderó de nosotros. Pues no hace más de treinta años el gran sabio y piadoso Rabí Reuben Sharabani z”l ayunaba de continuo desde la salida del Shabbat hasta la llegada del próximo Shabbat período en el que sólo estudiaba Torá y aún así continuaba con su vida en forma natural. También el famoso cabalista Baba Sali z”l (Rabí Israel Abujatzira z”l) procedía de la misma forma y obviamente hoy no podemos sostenernos con dicha conducta.
Ateniéndose a esto, uno de los grandes sabios y cabalistas de Jerusalén, Rabí Itzjak Alfie z”l instituyó un orden de ayunos del habla. El difundió el conocimiento de que cada ayuno verbal –ta´anit dibbur- que la persona realiza, o se permanece por veinticuatro horas en silencio y sólo habla cuestiones de Torá, esta actitud le vale al hombre por varios ayunos físicos.
Por ello es sumamente apropiado y meritorio que la persona destine alguno de estos días al ayuno verbal y sólo pronuncie palabras de Torá durante el día y así podrá sumar gran mérito para su expiación personal.
Y por sobre todo hallamos que el estudio de la Torá expía los pecados, y en numerosas ocasiones fuimos testigos de cómo nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef, z”l, le sugirió a personas que se acercaron a él para que les enseñe el camino de la expiación de los pecados, que estudien las leyes referentes al precepto que trasgredieron, por ej. si trasgredieron el Shabbat deben estudiar detalladamente las leyes que corresponden al mismo y de esta forma expiará su falta y evitará los sufrimientos que esta eventualmente puede provocarle y se acercará al Eterno.