Está escrito en la Torá: “Has de amonestar a tu prójimo y no has de cargar sobre él pecado”. Ya anteriormente hemos citado lo que escribe Maimónides al respecto.
Dice el libro de los Proverbios: “el oído que oye el reproche de vida, entre los sabios ha de pernoctar”. Explica nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l, que también cuando se amonesta es preciso hacerlo con inteligencia de manera que el reproche sea efectivo y no utilizar término duros.
Escribe el Pirke DeRabí Eliezer (cap. 44) que cuando nuestro maestro Moisés se disponía a dejar este mundo tras cuarenta años de haber guiado al pueblo en su deambular por el desierto, Entendió que debía amonestar al pueblo antes de morir, entre los reproches los amonestó sobre lo que djjeron: “A ver si hay un D-os entre nosotros o no”, lo que les valió que Amalek los atacara. Pensó Moisés, si los amonesto directamente los avergonzaré, pues su amado mentor, en momentos en que se despide de ellos les recuerda una actitud tan negativa! Sino he de recordarle como fueron atacados por Amalek e inmediatamente habrán de recordar que fue lo que causó dicho ataque, y así está escrito: “Recorar has de recordar lo que te ha hecho Amalek”.
Se asemeja esto a un rey que poseía un hermoso jardín con rosas y espléndidas flores y puso en la puerta del jardín un enorme perro para custodiarlo.
En cierta ocasión, un ministro amigo del rey ingresó al jardín a cortar unas rosas y el perro se lanzó sobre él y rasgó sus vestiduras y tuvo que huir herido del jardín. Posteriormente el rey pensó, si lo amonesto directamente por haber profanado mi jardín lo he de avergonzar, mejor le diré que me lamento por lo que el feroz can le había hecho a él y a sus ropas y así comprenderá que se porque el perro lo atacó. De la misma forma actuó Moisés
Lo mismo aplica para la educación de nuestros hijos. No siempre se ha de amonestar directamente, a veces al hacerlo en forma indirecta y persuasiva se logran muchísimos mejores resultados.