Está escrito en la Torá: Ante la ancianidad te pararás y honrarás la faz del anciano (Vaikra 19). Explica el Talmud (Kiddushin 32) que “ancianidad” en este versículo hace referencia al hombre anciano, y “anciano” se refiere al hombre sabio, que por su condición de erudito de Torá, aún cuando fuese joven se lo debe respetar y pararse en su presencia ya que así lo dispone la Torá en el versículo que acabamos de citar.
Y ya citamos que ante el maestro específico, o sea el que le enseñara la mayor parte de los conocimientos que posee así como ante el líder de la generación, es preciso pararse desde el momento en lo avista y hasta que lo pierda de vista o tome asiento. Así como se procede con los rollos de la Torá cuando se lo retira del arca para colocarlo en el atril donde sele dará lectura (Sh. Aruj cap. 282).
Con respectos a los demás eruditos, incluso aquellos de los que hubiese estudiado, es suficiente con pararse cuando llegan a los cuatro codos cercanos a él (aprox. 2 mts.) y se podrá sentar cuando pasen esta distancia de donde se halla sentado.
Escribe nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l que aquellas personas que se contentan con realizar una pequeña inclinación, como si fuesen a pararse ante un erudito (ver Rash”i Kiddushin 32) no actúan correctamente ya que Ramba”m y Maran dictaminan que este precepto se cumple parándose totalmente delante del erudito. Por lo tanto así se debe proceder y así lo dictaminan la mayoría de las autoridades rabínicas, a menos que el erudito en cuestión conceda que no es necesario pararse ante su presencia.
Escribe nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l que aún cuando es suficiente pararse cuando el erudito llega a los cuatro codos cercanos a su persona, si se halla en un autobús o en el tren también debe pararse e incluso cederle el lugar para que tome asiento si el transporte se halla lleno.