Dice el Talmud (Berajot 5ª): Fíjate, la conducta divina no es como la humana, pues entre los hombres, cuando alguien vende un bien personal el vendedor se entristece y el comprador se alegra, pues el vendedor se desprendió de su propiedad y el comprador se alegra pues pudo adquirir un bien. Sin embargo con el Eterno las cosas son diferentes, pues le entregó Su Torá al pueblo de Israel y aún así está alegre, como afirma el versículo: Pues buena mercancía les he entregado, Mi Torá, la abandonen.
Pregunta sobre lo anterior Rabí Ovadia Yosef, z”l, (en sus disertaciones del año 5720), aparentemente la comparación no está clara, pues entre los hombres cuando alguien entrega un obsequio a otro deja de poseerlo, sin embargo la Torá continúa siendo una propiedad del Eterno así como el mundo todo lo pertenece, El conoce sus caminos y sabe de donde ella se encuentra. Por lo tanto, evidentemente El no se entristecerá por la Torá que le entregó al hombre.
Responde Rabí Ovadia a lo anterior con un Midrash (citado por el Ritb”a sobre el tratado de Eruvim 14b), que comenta que estando Moshe en los cielos para recibir la Torá, D-os le mostraba las distintas leyes y le enseñaba 49 argumentos para declarar impureza y 49 para declarar pureza. Le preguntó entonces Moshe al Eterno ¿Señor, cómo debo proceder? Y le respondió el Eterno que la decisión final estaría librada al dictamen de la mayoría de los sabios, según lo que ellos dictaminasen se establecería la halajá.
Resulta de lo anterior, que desde la entrega de la Torá las decisiones halájicas no dependen de la intervención celestial sino de los sabios de Israel. Ellos son quienes discurrirán y en definitiva se establecerá la halajá según la opinión mayoritaria, como afirma el versículo “ajaré rabbim lehatot”, lo cual constituye una importante regla halájica.
Y de esta forma explicó nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef, z”l, los cuarenta y nueve días del ´omer que median entre Pesaj Y el día de Shabuot, pues estos cuarenta y nueve días sugieren las 49 formas de explicar la halajá que D-os le enseñó a Moshe en el monte de Sinaí, y el día de Shabuot simboliza al pueblo de Israel en cuyas manos se halla la decisión final por medio de sus sabios.
Y afirma el Talmud que al observar cómo los sabios de Israel deciden la halajá el Eterno declara ¡Nitzjuni banai, nitzjuni! O sea habéis eternizado la halajá, pues la palabra “nitzjuni” tiene su raíz en “netzaj”, que significa eternidad. Pues aún cuando alguien quiera demostrar sus argumentos realizando prodigios y maravillas, no podemos creerle y aceptar su dictamen, pues la Torá ya no se halla en los cielos, fue entregada a la tierra. Ya no depende de los milagros sino de la lógica y el análisis que los sabios realizan para el dictamen halájico.