En las entregas anteriores hablamos sobre la obligación de reprochar al otro tanto si observa que comete un pecado ante el Eterno como si peca contra otra persona. Esta obligación se origina en el versículo que dice: Reprochar reprocharás al prójimo y no cargarás sobre él pecado.
Escribe Ramba”m (Leyes sobre el Conocimiento cap. 6) Cuando amoneste a su compañero, no debe hacerlo de forma ofensiva, avergonzándolo, pues está escrito: No cargarás sobre él pecado. Preguntaron nuestros sabio ¿ es preciso amonestarlo hasta que –por vergüenza- se ensombrezca su rostro? Nos dice el versículo: No cargarás sobre él pecado. Inferimos que es un gran pecado avergonzar al otro y más aun hacerlo en público, pues afirmaron nuestros sabios que aquel que avergüenza al otro en público no posee parte en el mundo venidero .Por lo tanto, es preciso abstenerse de avergonzar al compañero en público, tanto a un mayor como a un menor, no llamarlo con un sobrenombre humillante o recordarle situaciones que lo avergüenzan (en la halajá anterior vimos que existen situaciones que ameritan avergonzar al otro para corregirlo)
Escribe el gran erudito Rab Zalmen (autor de la obra Tania) que muchas personas, aún cuando actúan deliberadamente no es necesario amonestarlos sino una sola vez, si se sabe fehacientemente que sus palabras no serán oídas, pues, según afirman nuestros sabios, así como es un precepto señalar aquello que será oído, es un precepto abstenerse de decir aquello que no será oído. Si actúan en forma no intencional (cometen transgresiones por desconocimiento), no se debe amonestarlos en absoluto ya que es preferible que permanezcan así y no se conviertan en pecadores intencionales. De aquí que aquellos que profanan el Shabbat en la actualidad y viajan en sus automóviles no tiene sentido gritarles Shabbat, Shabbat! Ya que estos gritos no serán productivos pues estas personas no comprenden la gravedad de su transgresión, y en muchos casos estos reproches provocan más alejamiento (a excepción de ciertos casos específicos que no es éste el lugar para analizarlos). Y no sólo que estos gritos de Shabbat, Shabbat no producen ningún efecto en estas personas, sino incluso las convierten en trasgresores intencionales –mezidim- pues hasta ahora pecaban por falta de conocimientos, pues no recibieron una educación apropiada, pero a partir de estas expresiones reprobatorias actúan intencionalmente profanando el Shabbat. E incluso esta amonestación que no se expresa en forma afectuosa puede lindar con la prohibición de No cargarás sobre él pecado, pues esta forma de amonestar genera mayor rechazo y por lo tanto es mayor el prejuicio que el beneficio.
Contó el piadoso Rabí Yekutiel Yehuda Albershtam z”l (el Admur de Kloisemburg) que hace algunas generaciones, en la época de Rabí Meir de Primislan z”l, se dirigió a este uno de los habitantes de la ciudad de Levov que luchaba enconadamente contra la profanación del Shabbat y le pidió a Rabí Meir que lo ayude en su pugna contra aquellos que comenzaron a abrir sus negocios en Shabbat. Este hombre, solía oponerse a los comerciantes directamente, gritándoles e incluso utilizando la fuerza para hacerlos desistir. Por ello se sentía asombrado ante la falta de respuesta del Rabino que no acudía en su ayuda.
Le respondió Rabí Meir de Primislan z”l, que hoy, cuando la impureza se impone en el mundo no se debe enfrentar a los transgresores en forma abierta, pues el Satán puede triunfar en su cometido y hacer que se profane el nombre divino. Si deseas corregirlos háblales en forma calma, con moderación, y previo a ello ora ante el Eterno y di: Voy a realizar una acción en Tu nombre, por favor ayúdame a hacer algo positivo e indeleble.
La semana anterior, analizamos la situación halájica específica que afecta a la persona que profana el Shabbat en forma abierta –befaresia-, o sea aquel que profana el Shabbat delante de diez judíos, el cual es considerado a todos los efectos halájicos como un gentil y si toca el vino del Israel prohíbe su consumo, lo cual no ocurre si profana el Shabbat delante de pocas personas –menos de diez-. En relación a esta halajá, citaremos un episodio ocurrido con el gran sabio y rabino principal de la tierra de Israel, Rab Abraham Itzjak Hacohen Kuk z”l. En cierta ocasión, un viernes por la noche, un grupo de jóvenes estudiantes de una conocida Yeshiva de Jerusalén se presentaron a las puertas de la casa del rabino, este envió a su secretario para averiguar que deseaban los jóvenes. Estos, muy alterados, gritaron al secretario que en esos mismos momentos se estaba profanando el Shabbat abiertamente en el centro de Jerusalén, en la calle King George, en la que un café abrió sus puertas y atendía a sus clientes! Por ello, queremos que el rabino principal nos acompañe a reivindicar la honra del Shabbat y exigir el cierre inmediato del establecimiento. El secretario, le transmitió al rabino la exigencia de los jóvenes, pero este permaneció en silencio y le indicó a los integrantes de su familia que se reúnan alrededor de la mesa sabática para recitar el Kiddush. Mientras, los jóvenes espetaban duramente contra el rabino aduciendo que no le interesaba defender la honra del Shabbat ni la situación espiritual de la ciudad santa de Jerusalén!? Y así continuaron insultando al rabino durante un largo rato.
Después que se hubiesen ido los jóvenes, el rabino le pidió a su secretario que lo acompañe hasta el lugar en que se estaba profanando el Shabbat. El secretario le preguntó al rabíno para qué se dirigiría a ese lugar? Que es lo que estás preguntando, le respondió el rabino, un judío está profanando la santidad del Shabbat en la ciudad santa de Jerusalén y yo permaneceré indiferente ante tal hecho y no trataré de evitarlo!? El secretario, visiblemente confundido, le preguntó al rabino: Rabí, si realmente considera que es necesario reclamar tal situación ¿por qué no acompañó a los jóvenes que exigían hacerlo? ¿Por qué permitió que estos asumieran que al Rab Kuk no le interesa defender la honra del Shabbat? Le respondió el rabino: Ten la plena certeza que deseaba acompañarlos, pero si lo hubiese hecho, el dueño del café se hubiese convertido en un “mehalel Shabbat befaresia” -quien profana el Shabbat en forma abierta-, pues sumábamos más de diez personas, por ello no acepté acompañarlos. Entonces el rabino se dirigió al citado lugar y con su característica dulzura y sutileza amonestó al dueño. La memoria de justo sea para bendición.