El Talmud (Nedarím 22) cita un episodio que tuvo lugar con el sabio llamado Ulá, quien se trasladaba desde Babilonia a Israel, en dicho viaje fue acompañado por dos individuos quienes en medio del mismo comenzaron a discutir. Fue tan acalorada la discusión que en medio de la misma uno de los dos agredió al otro y lo mató. Tras lo sucedido, el criminal se dirigió a Ulá y le preguntó ¿fue correcto mi proceder? A lo que el sabio respondió “si”. Al llegar a Israel, Ulá consultó con Rabí Yojanan si su proceder había sido correcto. El maestro le respondió que sí pues debió protegerse del asesino, quien de verse acusado por Ula no hubiese dudado en matarlo también.
De aquí, que a menos que medie un peligro de vida está prohibido adular a los malvados. Por ello, incluso los grandes donantes de los institutos de estudio que no se comportan correctamente no deben ser adulados por los rabinos de los mismos. Y aún cuando pueden elogiar su obra filantrópica, no pueden adularlos y decirles que son personas elogiables.
El Talmud (Sotá 41) refiere una discusión entre los sabios de entonces sobre si es apropiado adular a los malvados en este mundo. Según Rabi Shimón ben Pazi es permitido hacerlo y cita versículos que así lo prueban. Sin embargo Rabí Levy y los demás sabios del Talmud discrepan de sus interpretaciones y sostienen que no se debe adular a los malvados. Hasta tal punto llega esta prohibición que afirma que cuatro tipo de personas no pueden recibir la presencia de la divinidad, a saber: Los aduladores, los mentirosos, los difamadores y los necios.
Es más, el citado Talmud refiere un ver. Que dice: Quien dice al malvado que correcto eres, será maldecido por los pueblos y enardece a las naciones.
De todas formas, nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l escribe en su obra Anaf Etz Abot folio 192 que es apropiado amonestar a los inicuos en forma mesurada y amable pues poco resulta de las actitudes furiosas o agresivas en general.
De todas formas, continúa nuestro maestro z”l diciendo que el libro de los Proverbios continúa el ver. arriba mencionado con el que dice: Y a quienes amonesten será agradable y sobre ellos recaerá la bendición. Explica Rabí Shelomo Algazi z”l (Meulefet Sapirím) que la idea del rey Salomón al continuar de esta manera el versículo anterior es justamente enseñar que si adula al malvado para tratar de acercarlo a la Torá y corregir su conducta erróneas, es permitido, o sea que es una amonestación agradable y convoca la bendición.
Ocurrió en cierta ocasión que uno de los grandes dirigentes de la educación no religiosa en Israel, quien era un conocido cantante, sufrió el fallecimiento de su padre y, tratándose de una persona medianamente tradicionalista comenzó a rezar cada mañana para recitar el kaddish en honor a su padre. Un día, nuestro maestro llamó a este hombre y le dijo: Compré para ti unos tefilín de Rabbenu Tam (otra versión de tefilín que se colocan los casados tras rezar con los tefilín comunes denominados de Rash”i) para que puedas utilizarlos como lo hacen todos aquí cada mañana. Y no sólo a él, sino también se acercaba a otros en forma agradable y cariñosa para acercarlos a la Torá.
Nuestro maestro z”l hacía esto con genuino cariño hacia estas personas, pues en general se trata de individuos que no recibieron ningún tipo de educación religiosa y desconocen nuestro acervo y la Torá. Por ello en cada uno depositaba sus esperanzas de retornarían al camino del Todopoderoso.