Está encomendado en la Torá, que previo a la salida de Egipto el pueblo debía pedir objetos de oro y plata de sus vecinos para así dar fiel cumplimiento a la promesa que el Eterno le realizara al patriarca Abraham: Cuatrocientos años trabajará y serán esclavizados y posteriormente saldrán con grandes riquezas. De todas formas, como se les autorizó pedir en calidad de préstamo aquello que no tenían intención de reintegrar.
Y aún cuando en la época de Alejandro Magno los egipcios reclamaron de los judíos todos aquellos utensilios de plata que tomaron prestados, y tuvo que responder un anciano de entonces que toda esa supuesta riqueza representaba una mínima parte de la paga por tanto años de esclavitud. Aún así, como se permitieron mentir y demandar objetos sólo en calidad de préstamo.
Y más aún, preguntó nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l, cómo reclamaron al Faraón salir de Egipto sólo por tres días cuando su intención era la de salir definitivamente de allí y dirigirse a la tierra de Canaan donde constituirían el pueblo de Israel?¡
La respuesta a lo anterior la da nuestro maestro según lo que escribiera Rabí Yosef Hayim z”l (Ben Ish Hail tomo 1 folio 37) utilizando un ejemplo. Esto se asemeja a un rey que decretó sobre un hombre la pena de muerte, sin embargo, era común en aquellas épocas conceder al reo el día anterior a su muerte un último deseo del rey. Así, el reo fue traído ante la presencia del monarca y éste le preguntó cuál sería su último deseo antes de morir. El hombre le respondió que deseaba beber el vino que el rey conservaba en una pequeña botella en la alcoba real, pero beberlo en la terraza del palacio. Solo que el temor de los guardias armados no le permitiría beber el vino tranquilo por lo que le pidió al rey que le jure que no lo mataría sino antes de que beba toda la botella. Y así fue que mientras lo conducían a la terraza del palacio, el hombre fingió tropezar y dejó caer la botella de sus manos y la misma se rompió y se vertió todo su contenido. Regresaron al hombre ante la presencia del rey le ofrecieron otra botella de vino, sin embargo se negó aduciendo que él quería la botella del vino del aposento real. Por lo tanto, le dijo el hombre al rey, deberá su majestad eximirme de todo castigo ya que vuestro juramento no puede deshacerse.
Así también el Eterno, que observa todo cuanto ha de ocurrir sabía que el pueblo de Israel no regresaría a Egipto pues gran parte del pueblo moriría ahogada en el mar Rojo. Consecuentemente no tendrían a quien reintegrar aquello que habían pedido prestado.