Como vimos anteriormente, es necesario pararse en presencia de una mujer anciana así como se debe parar ante un erudito de Torá o su esposa.
Vimos que Rabí Ovadia Yosef z”l escribió que las alumnas de las escuelas religiosas deben pararse en presencia de su morá –maestra- y no puede llamarla por su nombre. Todo esto, independientemente de que la profesora cobre un sueldo por enseñarle, pues el precepto de rendirle honor es debido a que así lo establece la Torá pues ella le transmite sabiduría, le enseña las leyes de recato, etc. y la conduce al mundo venidero, como lo afirma el Talmud (Baba Metzia 33). Por ello, no dependen estas leyes del respeto de que el responsable de la enseñanza sea asalariado o no.
Escribe el Peri Hadash que la obligación de pararse ante un erudito aplica asimismo a una mujer erudita en Torá ante quien también se debe poner de pie. Y aún cuando la mujer no tiene la obligación de estudiar Torá sino las leyes que a ella le competen, encendido de velas, hala, nidda, etc. si ella estudió Torá y se convirtió en una erudita y aún que no posee la misma recompensa del hombre que estudia, es preciso pararse ante su presencia ya que de todas formas es portadora de Torá y por lo tanto merece el respeto que la Torá establece. Y así lo dictaminan otras autoridades y así lo dictamina Rabí Ovadia Yosef z”l. Y escribe que incluso aquellas señoras que se dedican a enseñar y atraer a las mujeres a una vida de Tora, enseñándoles sobre casher, pureza familiar, etc. aún cuando no son grandes eruditas merecen que se las respete. Y escribe el Talmud (Kiddushin 33) que se debe parar en presencia de un hombre poseedor de buenas acciones, explican los Gueoním por ej. aquellos que son generosos con la caridad, que se preocupan por acercar a otros a la Torá, etc. y aún que no sean grandes eruditos es preciso honrarlos y pararse en su presencia como lo establece Maran (Sh. Aruj Yore Dea cap. 244). Y lo mismo aplica a una mujer con estas características, como escribimos más arriba.