Dice el Tratado de los Padres (cap. 1, 12): Hilel enseñaba, debes contarte entre los alumnos de Aharon, quien amaba la paz y la perseguía, amaba a las criaturas y las acercaba a la Torá.
Qué rasgo caracterizaba la personalidad de Aharón? Comentan nuestros sabios, que cuando dos personas tenían una desavenencia, Aharon se acercaba a uno de ellos y le decía: “me he encontrado con fulano –su rival- y me comentó lo acongojado y arrepentido que está de haberte hablado duramente, se siente avergonzado y compungido y no sabe como disculparse contigo”. Posteriormente, Aharon se dirigía al otro y repetía las mismas palabras hasta lograr apaciguarlo y eliminar el rencor de su corazón. Después de unos días, cuando ambos rivales se encontraban, se abrazaban y se besaban y volvían a amigarse. Y procedía, Aharón, de la misma forma cuando una pareja discutía. Por ello el versículo dice cuando falleció Aharón: Y lloraron a Aharon treinta días “toda” la casa de Israel, pues incluso las mujeres lamentaron su muerte. Miles de niños fueron llamados Aharon en su honor, pues de no haber sido por Aharon no hubiesen nacido, pues sus padres se hallaban distanciados uno de otro.
De lo anterior, se puede aprender la importancia que posee llevar la paz entre las personas, especialmente entre marido y mujer. Y lo mismo es válido a la inversa ¡cuánto enojo provoca en el Eterno aquella persona que crea pleitos entre los demás, que genera distanciamiento entre los cónyuges hablándole mal al marido de su esposa o viceversa, todo lo cual es considerado un pecado sumamente grave. Y dijeron nuestros sabios: Los siguientes pertenecen al grupo de personas que caen en el infierno y no salen de él: Quien fornica con una mujer casada, quien avergüenza a su compañero en público, el que jura en nombre de D-os en vano, el que aprovecha el desprestigio ajeno y quien introduce discordia entre un hombre y su mujer.
Escribe Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a, que en la actualidad, para nuestra inmensa alegría, se incrementó notoriamente el número de personas que se acercan a las fuentes, al estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos, sin embargo, existen personas que se radicalizan y adoptan posturas extremas debido a su falta de conocimientos de los fundamentos halájicos y de esta forma destruyen la armonía en el hogar. Especialmente aquellos “ba´ale teshuba” –retornantes- que no disponen de tiempo para estudiar aplicadamente la halajá y asumen todo tipo de conductas estrictas, lo cual no es apropiado. Por ello decimos en nuestras plegarias cotidianas –shemona esré-: “Haznos retornar, padre nuestro, a Tu Torá, y acércanos, Rey nuestro, a Tu servicio y haznos volver en Teshuba completa ante Ti”, o sea el estudio de la Torá conduce a una Teshuba auténtica pues nos permite actuar con coherencia y equidad y vivir sin perder la armonía tan preciada.
Ocurrió cierta vez después de Pesaj, que un hombre se acercó al tribunal rabínico de Rabí Abraham Yehoshua de Opta z”l para divorciar a su esposa. Le preguntó el Rabí el motivo por el cual deseaba divorciarse, a lo que respondió que su mujer le había hecho comer en Pesaj Matza remojada, en contra de su tradición familiar (existen opiniones que no permiten mojar la Matza en Pesaj). El rabino, inmediatamente ordenó llamar a su propia esposa, cuando se presentó la Rabanit –la esposa del rabino- le preguntó: Dime con sinceridad ¿qué Matza me serviste para comer en Pesaj? La mujer enmudeció pues temía relatar la verdad. Le dijo el rabino: No temas, dime realmente lo que sucedió. Entonces la rabanit le confesó que le sirvió Matzá común, no Shemurá -cuya harina fue cuidada desde el momento de cosechar el grano- y las cosas ocurrieron de la siguiente manera. Ella colocó la Matzá shemurá en un mantel especial y la guardó en el armario de la sala, y estando ocupada con los preparativos del Seder, se presentó un indigente lamentándose de que no poseía Matza shemurá para el Seder de Pesaj, y un integrante de la familia que no sabía que la Matza del armario estaba destinada para el rabino se las entregó al hombre pobre. Cuando fui a buscar la Matza shemurá, me estremecí al comprobar que no estaban en su lugar y no supe como decírtelo, por lo que decidí tomar Matza común y colocarla en el mantel como si fuese shemurá ocultando así todo lo ocurrido. El rabino hizo su Seder sobre una Matza simple –lo cual por supuesto era inaceptable para su investidura-.
Entonces se dirigió el rabino al hombre que vino a divorciarse y le dijo: Yo comí Matza común la noche del Seder fingiendo no percatarme de ello sólo para evitar que la discordia y la falta de armonía se apoderen de mi casa un día tan sagrado ¿y tu deseas divorciarte de tu esposa por una simple tradición como la de no comer Matza remojada? Entonces el rab logró reconciliarlos y retornaron a su casa en paz.