Mañana, 3 de Jeshvan se cumplen dos años de la desaparición física de nuestros gran maestro y líder espiritual
Rabí Ovadia Yosef z”l, por lo que se impone recordar sus enseñanzas de las que abrevamos con tanta sed y cariño.
En su homilía por la desaparición física de su gran maestro Rabí Ezra Atie z”l, nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l citó el Talmud (Sanedrín ) que afirma que aquel que enseña Torá en este mundo ameritará enseñarla en el mundo venidero. Sobre esto preguntó nuestro maestro qué recompensa tan especial supone el que podrá enseñar Torá en el mundo venidero?
Ofreció Rabí Ovadia Yosef z”l una respuesta citando otro párrafo del Talmud (Avoda Zara 5) que afirma en nombre de Rabí Shimon ben Lakish que de no haber sido por el pecado cometido por nuestros padres con el becerro de oro seríamos considerados como aquellos que no han nacido. Explica Rash”i al respecto, que de no haber pecado aquella generación debería vivir eternamente, y nosotros ante esos gigantes espirituales no seríamos considerados en absoluto. Pues sobre aquella generación afirmó el rey David en sus salmos: Yo he dicho sois poderosos, hijos del altísimo todos. Pues no deberían haber muerto, sólo por el pecado del becerro de oro está escrito sobre ellos, Pues como hombres morirán, como uno de los ministros caerán.
O sea que la grandeza de estas últimas generaciones es relativa, pues son considerados grandes debido que desaparecieron aquello gigantes de las primeras generaciones.
Y cuando un sabio de estas últimas generaciones fallece, se encuentra en el mundo espiritual con los grandes maestros del Talmud, con los comentaristas de las primeras épocas. Está escrito en el Talmud (Eruvim 13) que si la comprensión de los grandes sabios del Talmud como Rabí Akiva y sus compañeros era tan amplia como el ancho del portón del gran salón del Templo –a modo de ejemplo- la de los sabios que los siguieron, como Rabí HIya y Rabí Hoshaia sería como la del portón de ingreso al Templo, o sea mucho menor. Y continúa diciendo Rabí Yojanan, uno de los amoraítas, sabio del Talmud, que de los ellos sería simplemente como la hendidura de una aguja de coser. Por lo tanto, cómo puede un sabio de las últimas generaciones enseñar ante todos aquellos grandes maestros del Talmud que lo antecedieron y ante quienes todos sus conocimientos son simplemente insignificantes?
Sin embargo, aquel hombres justo y sabio que enseñó en este mundo Torá, D-os mismo le enseñará Torá en el mundo venidero, como está escrito: Yo Soy tu D-os, quien te enseña para servir y te conduce por el camino que irás. El todopoderoso ampliará sus conocimientos y desarrollará su comprensión para que pueda enseñar incluso delante de los gigantes espirituales del Talmud y sus comentaristas, como está escrito: Y hablaré Tus enseñanzas delante de los reyes y no me avergonzaré. O sea que aquel que enseña Torá en este mundo adquiere una dimensión especial, otorgada por el mismísimo Rey del universo, que incluso le permitirá expresarse en presencia de aquellos grandes maestros de todas las generaciones.
Por ello, nuestro gran maestro Rabí Ovadia Yosef z”l cuyo principal objetivo en la vida fue dictaminar halajá y enseñar al pueblo Torá, dirigió permanentemente sus ojos a las alturas, a los grandes maestros de todas las épocas y con ellos fundamentó sus responsas y sus enseñanzas, nunca las basó en sus consideraciones personales.
Cuando Rabí Ovadia Yosef z”l contaba sólo 24 años su maestro Rabí Ezra Atie z”l lo designó como juez en el tribunal rabínico que conformaba junto con Rabí Yehuda Shako z”l uno de los grandes eruditos de Jerusalén de entonces. Este tribunal continuó la tradición que se remonta a casi trescientos años, ya que en este tribunal se desempeño como juez el Hid”a mismo.
En los entretiempos que corrían entre un caso y otro nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l solía enseñar sus escritos halájicos a su maestro y a Rabí Yehuda Shako para recibir su aprobación. En aquellos años afirmaba Rabí Ovadia Yosef z”l que nunca dictaminó una halajá sin contar con la aprobación de su maestro Rabí Ezra Atie z”l, aún si poseía la absoluta certeza que estaba en lo cierto.
Vemos la humildad de un gran sabio de Torá que anulaba su postura ante lo que su maestro le indicaba. Debemos aprender asimismo a no tratar de imponer nuestra opinión y observar la enseñanza que emana de las grandes autoridades que nos precedieron, así como ellos fundamentaron todas sus enseñanzas en las autoridades y maestros que los antecedieron.
En esta época, en que se trastocan los principios por los que nuestros padres entregaron su vida y se trata de reformar aquellas leyes fundamentales de nuestra Torá que mantuvieron vivo a nuestro pueblo, debemos conservar nuestra fuerza y sentirnos dichosos de contar con las enseñanzas de un maestro y líder espiritual que nos iluminan el camino y nos ayudan a resolver nuestros dilemas.
Debemos continuar invirtiendo nuestros esfuerzos en el estudio de la sagrada Torá y educar a nuestros hijos en el estudio de la misma y en los valores tradicionales que nos enseñaron nuestros maestros. Y entonces seremos meritorios de presenciar la ansiada llegada del mesías y todos juntos serviremos al Eterno en la tierra de Israel, amen.