Ayer, explicamos que fundamentalmente el hombre debe dedicarse al estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos sin últimas intenciones sino en honor a D-os.
En cada acción, el hombre debe de tener en cuenta que las intenciones o ideales no enaltecen o purifican el accionar. O sea, el hombre no debe dejarse guiar por su inclinación y pretender que si él entiende que lo que hace es un precepto, debe seguir hasta el final embistiendo todo lo que se presente en su camino. El individuo debe de observar su entorno y consultar con sus maestros para confirmar que lo que hace es un precepto y debe de observarlo a cualquier costo. Para ello existe un Shuljan Aruj y los legistas qe indefectiblemente nos indican cómo debemos proceder.
Está dicho en la Torá con respecto a Tamar; “Mientras era llevada a la hoguera, le envió -mensaje- a su suegro diciéndole: Al hombre al que pertenecen estos enseres, es quien me ha embarazado. Y dijo Yehuda, ella tiene razón, soy yo”.
No podemos imaginar el grado de entrega de Tamar, en momentos en que ya prácticamente la estaban incinerando ella prefirió la muerte a avergonzar a aquel hombre!
Este episdodio de Tamar es relatado en la Torá de inmediato al relato de Yosef en casa del ministro Potifar donde fuera vendido como esclavo. Cual es la relación implícita entre estos dos hechos? Dice el midrash que así como Tamar tuvo nobles intenciones, también la muje de Potifar ruvo nombre intenciones. Mientras una sabía que debía engendrar un hijo de Yehduda, la otra, la esposa de Potifar sabía, por medio de predicciones astrológicas que Yosef engendraría hijos de su progenie. De todas formas existe una diferencia sustancial entre ambas mujeres. Explica en la obra Leb Eliahu, que Potifar no sabía exactamente de quien se originaría la descendencia de Yosef, si de ella o de su hija, quien finalmente fue esposa de Yosef. Ella decidió que la descendencia de Yosef debía originarse en ella, así se le ocurrió, así lo quiso y trató por todos los medios de materializar su inclinación. Sin embargo Tamar no mezcló intenciones personales, todo su ideal era canalizar la descendencia de Yehuda.
La obra Or Yahel agrega, que podemos discernir entre el accionar de estas dos mujeres. Mientras Tamar era conducida hacia la hoguera, donde moriría ella y su simiente, los dos hios que llevaba en su vientre, uno de los cuales sería el progenitor de la estirpe mesiánica. Y aún así, no confesó de quien ella estaba embarazada para no avergonzar a Yehuda. De allí la afirmación talmúdica que dice que es preferible arrojarse a un horno ardiente y no avergonzar al otro en público.
Sin embargo la mujer de Potifar, no se permitía fracasar en el intento, ella a toda costa debía conseguir a Yosef, incluso si ello suponía cometer atrocidades como las que relata el Midrash.
Concluye Rab Sh. Shibadrom z”l, nosotros, qué grado de “leshem shamaim” tenemos, si alguien se opone a nuestras elevadas intenciones, cómo reaccionamos¡!