Palabras alusivas pronunciadas por nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l.
Comenta nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l, que el Eterno fue sumamente misericordioso con el pueblo de Israel al transmitirles el día en que serían juzgados anualmente, como dice el ver. Tocad en el mes el shofar, al cubrirse el día de nuestra festividad, pues decreto para Israel es él, ley del D-os de Jacob (Salmos 81). Ya que incluso los gentiles son juzgados durante este día, sin embargo ellos desconocen que sus acciones son evaluadas y su vida dependerá de tal análisis divino. Ellos continúan sus rutinas y no reflexionan sobre su proceder y por lo tanto pierden no sólo su vida en este mundo sino la vida eterna.
Como sabemos, las personas que trasgreden un ley inmediatamente son encarcelados y de no mediar un asesoramiento jurídico serían condenados sin opción a poder defenderse pues fueron apresados in fraganti. Sin embargo si las fuerzas de seguridad le dan la oportunidad de presentarse en treinta días ante el juez, el individuo tendrá tiempo de recurrir a sus abogados quienes lo asesorarán y representarán en el juicio.
Lo mismo ocurre con nosotros, el pueblo de Israel, tenemos estos treinta días del mes de Elul en los que hacemos sonar el Shofar y madrugamos para recitar los selihot y pedirle al Señor del universo para el que el día sobre el que está escrito: Y hoy serán juzgados todas las criaturas del mundo, nos inscriba en el libro de la vida y la prosperidad. Y así vamos preparando nuestra “defensa” para el juicio, las buenas acciones, el estudio de Tora y la caridad que practicamos, como afirma el Talmud (Shabbat 32): De cada precepto cumplido o cada buena acción se genera un ángel que testimonia a favor del hombre el día del juicio. Y dice el ver. en Debarim: Pues quién como tú, pueblo grande que posee al Eterno cercano a él ante todos nuestros ruegos.
Agrega nuestro maestro, que el hombre debe tratar cada día de alejarse del mal instinto, sin embargo muchas personas tropiezan justamente introduciendo un televisor en sus casas, lo que equivale a invitar al mismo mal instinto para que lo induzca al pecado. Pues quien ve la televisión no sólo comete numerosos pecados, sino que induce al mal instinto a introducirse en él, como afirma el Talmud (Sota 8): El mal instinto gobierna en todo lo que el ojo ve.
Al respecto, existe una hermosa parábola citada en la obra Od Yosef Hay (Parashat Pinejas). Cuenta de un hombre rico que, montado en su caballo se dirigía hacia su ciudad, en el camino vio un hombre lisiado que clamaba por ayuda y misericordia. El rico, al ver a este hombre clamando por ayuda se apiadó de él e inmediatamente sacó su bolsa de dinero y le entregó una moneda de plata. El pobre hombre se acercó al jinete y le agradeció y besó su fino ropaje y le dijo, si desea engrandecer aún más tu favor conmigo, por favor déjame montar tu caballo ya que en mi condición no podré llegar a la ciudad. El rico, que era una persona de bien y de buen corazón, aceptó trasladarlo y bajó del caballo para ayudar al mendigo a montarlo y le entregó las riendas, montado èl mismo en la parte posterior, detrás del mendigo. Cuando llegaron al centro de la ciudad, el rengo, con toda su desfachatez le pidió al rico que se bajara del caballo y él seguiría hasta su casa. El rico le respondió como debía y le dijo: Acaso el caballo es tuyo? Es mi montura y te hecho un favor, ahora regrésame el animal. Sin embargo, aquel mal hombre comenzó a vociferar que el otro quería aprovecharse de su invalidez y robarle el caballo. En tanto, el rico clamaba que por el contrario, le hizo un favor a este mendigo y ahora deseaba quedarse el caballo que le pertenecía.
De inmediato, se armó un gran revuelo y así las cosas llegaron ante el juez a exponer sus argumentos. El magistrado, percibió quien era realmente el dueño del animal, pues la verdad clama por sí sola. Pero se dirigió al rico diciéndole: Amigo! Puedo confiar en que eres el dueño del caballo, pero tú mismo has perdido los derechos sobre el animal, pues montaste al rengo en la parte delantera y le entregaste las riendas, permaneciendo tu mismo en la parte posterior, acción esta que testimonia por sí sola que el animal pertenece al mendigo. Debías haber permanecido tú mismo conduciendo al animal, con las riendas en las manos y entonces no habría dudas de que te pertenece.
Asì ocurre con el ser humano, debe controlar sus acciones con inteligencia y evitar que mal instinto lo domine. Aquella persona que introduce un televisor en su casa o posee internet sin filtrar, hace que el mal instinto lo gobierne. Qué responderá el día del juicio cuando le digan que él mismo atrajo a su casa el mal instinto y acercó incluso a su propia familia. Especialmente los niños pequeños que poseen acceso libre a internet o que pueden observar en la tv todo tipo de aberraciones, D-os no libre de ello.