En la entrega anterior citamos la postura del profeta Jeremías, quien le oró a D-os que cuando personas inicuas intenten dar caridad, les presente individuos indignos para que de esa forma pierdan el mérito que dicho precepto supone.
Por otro lado, las personas realmente meritorias, su dinero se dirige a los menesterosos, a los estudiosos de la Torá o a instituciones que realmente lo necesitan, como está escrito: Dichoso quien entiende al pobre, el día de la furia será salvado por el Eterno. Y así esta escrito también: La caridad salva de la muerte.
Queremos citar en este contexto un episodio que ocurrió el año anterior, en medio de la pandemia del virus corona. Un rabino de los EE.UU, conocido por su vasto conocimiento del Talmud (se dice que conocía el mismo en su totalidad de memoria), contrajo este virus y tuvo que ser hospitalizado, su situación agravó tanto que los médicos prácticamente decidieron interrumpir todo tratamiento pues ya no lo ameritaba. Sin embargo, gracias al Eterno, este erudito comenzó a experimentar mejoras en su estado, hasta que en cierto momento y con las pocas fuerzas que pudo reunir, llamó a uno de sus allegados y le pidió que girara al centro de estudios Yehave Daat en Jerusalén, un monto elevado de dinero y el se comprometía a reunirlo entre los feligreses de su sinagoga.
Tras su recuperación relató que fue lo que lo llevó a tomar aquella decisión.
Mientras me debatía entre la vida y la muerte, se presentó en sueños Rabí Ovadia Yosef z”l quien me amonestó por no contribuir con el instituto de estudios Yehave Daat de su hijo Rab David Yosef, Shlit”a.
Y así, con el favor de D-os paulatinamente pude recuperar mis fuerzas y es por ello que asumí aquel compromiso y apenas pude llamé a Rab David Yosef, Shlit”a para que aquel año de pandemia, en el que se había decidido debido a la difícil situación económica interrumpir la ayuda extra que se les daba a los estudiantes, se les otorgara la misma bajo mi responsabilidad. Y desde entonces este rabino se convirtió en un férreo apoyo del citado centro de estudios.
Otro episdodio real, que ocurrió hace aproximadamente quince años con un piadoso filántropo de Argentina, a quien se le acercó el representante de una institución de caridad con el fin de requerir su ayuda con una suma elevada, debido a la difícil situación económica que estaban atravesando. Este hombre escuchó al rabino y decidió inmediatamente transferir de su cuenta en los EE.UU la suma 50000 dolares. Pero grande fue su sorpresa cuando le respondieron del banco que debido a la situación mundial tendría que esperar unos días para que el dinero se pueda transferir. El hombre en cuestión montó en cólera y llamó a su abogado en los EE.UU quien inmediatamente conminó al banco a transferir los fondos según instrucción de su cliente so pena de una demanda judicial. Pero no sólo este hombre pidió la intervención de su abogado para la transferencia sino para retirar todos sus fondos de dicha institución bancaria y transferirlos a otra debido a que ya no se hallaba cómodo ese banco. El banco transfirió los 50000 dolares a la institución de caridad e inmediatamente todos los activos de este cliente, incluía efectivo, depósitos y acciones fueron transferidos. Cuarenta y ocho horas después, este banco se declaró en quiebra y todos sus clientes, menos este filántropo perdieron su dinero.
Quiera el Eterno que siempre seamos merecedores de cumplir cabalmente con el precepto de la caridad.