El Talmud (Kiddushin 40) nos dice: El hombre debe verse a si mismo como medio culpable y medio inocente, si observa un precepto, dichoso de él, pues inclina su balanza hacia la inocencia, pero si comete un pecado, pobre de él, pues la inclina hacia su condena.
Esto significa, que la persona debe verse a sí mismo como en una situación intermedia, e incluso si la gente lo considera un hombre justo debe considerarse pecador, Pues si asume que alcanzó cierto nivel de piedad dejará de observar los preceptos o no lo hará con la devoción apropiada, por ello siempre debe considerarse como en el estado intermedio y cualquier precepto que observe puede volcar su balanza hacia el lado favorable.
Tampoco el hombre debe verse a si mismo como pecador, pues dejaría de cumplir los preceptos y cometería muchas transgresiones. Como le ocurrió a Elisha ben Abuia, maestro de Rabí Meir quien consideró que había una situación de bajeza que ya no le permitía retornar al Eterno y decidió disfrutar de la vida terrenal. Este fue su gran error pues de esa manera perdió el beneficio de la vida eterna al no retornar con todo su corazón a la observancia de los preceptos.
Por ello el hombre debe verse siempre como en el estado intermedio, no pecador ni justo. Como aquel individuo que se presentó ante el rabino y le preguntó, en que estado me encuentro? Y el rabino le respondió que estaba en el estado intermedio. Le preguntó el hombre que debía hacer para considerarse justo, y el rabino le respondió que tenía que asumir algún precepto para inclinar la balanza. Este hombre decidió cumplir y perfeccionar el precepto de la “tzedaka” –caridad- y así lo hizo. Regresó con el rabino y le preguntó si ahora podía considerarse “tzadik”, o sea un hombre justo, y el rabino le respondió que estaba en el estado intermedio. El hombre le reclamó por qué le había dicho anteriormente que con un precepto que asumiera salía de ese estado, y el rabino le respondió que en realidad le faltaba un precepto para alcanzar el nivel intermedio y ahora, al asumir el precepto de la “tzedaka” lo había alcanzado y ya estaba en el nivel medio, ni impío ni justo.
Fue este hombre al centro de estudio y se sentó a estudiar Torá con devoción durante algunas horas. Ahora, se dirigió al rabino y le preguntó nuevamente, puedo considerarme un hombre justo? Y el rabino le dijo ahora estás en el nivel intermedio, y ante el estupor de este hombre el rabino le explicó: Antes te faltaban dos preceptos para alcanzar este nivel, ahora lo has alcanzado. Y así sucesivamente, por ello el hombre debe verse de continuo como en el estado intermedio y cualquier precepto que sume puede elevarlo de su nivel a uno superior.
En estos días que transcurren, días de teshubá y arrepentimiento cada uno debe realizar un análisis de su conducta y tratar de evaluar en qué estado se halla. Y aún cuando nadie puede evaluar su nivel espiritual fehacientemente, pues incluso una persona observante de los preceptos y temerosa de D-os no puede estar segura de ser considerado por el tribunal celestial como alguien justo pues quizás no cumplió todo lo que sobre el pesaba y si lo hizo quizás no lo hizo en la forma adecuada. Por ello el hombre no debe desperdiciar estos días de Elul y debe tratar de realizar un balance interno de sus actos, no se debe desperdiciar la oportunidad que nos ofrece este mes de la piedad para elevarnos espiritualmente y así convertirnos en personas dignas de ser inscriptas en el libro de la vida y la prosperidad.