Pregunta: Cual es la intención, cuando se trata de una divergencia halájica, de la frase que afirma que tanto unas como otras son palabras divinas, si Moshe recibió la Torá en Sinaí D-os sólo le puede haber dicho una cosa y no dos que en ocasiones se contradicen
Respuesta: El Talmud (Eruvim 13) afirma que durante tres años discurrieron la casa de Shamay y la casa de Hilel, unos decían que su enseñanzas eran las correctas y los otros afirmaban que las suyas eran las correctas, hasta que se oyó un eco celestial que proclamó: “tanto unas como otras son palabras de D-os. Y la halajá se establece según Bet Hilel”. Comenta el Ritb”a –en nombre de las autoridades de la escuela francesa- que se cuestiona cómo es posible que ambas opiniones sean consideradas divinas si en ocasiones se contradicen, uno prohíben lo que los otros autorizan?? Y responde que cuando Moshe subió al cielo a recibir la Torá le enseñaron 49 argumentos de prohibición y otros 49 de autorización sobre cada halajá, y ante la pregunta de Moshe de cómo se debía proceder en definitiva, le respondieron que el dictamen final quedaba librado a la decisión de los sabios de Israel. Al margen de esta respuesta, existe al respecto un argumento místico, según la Cabalá que asimismo explica esta contradicción.
Y así encontramos en el Talmud (Guitín 7) que dos grandes sabios de Israel, Rabí Yonatan y Rabí Ebiatar se hallaban enfrascados en una discusión. Se encontró Rabí Eviatar con el profeta Eliahu y le preguntó que opinaba el Eterno. Y aquel le respondió que D-os citaba la opinión de cada uno de ellos diciendo, así afirma mi hijo Ebiatar, así afirma mi hijo Yonatan. O sea que D-os mismo se deleitaba con la divergencia halájica de estos sabios de Israel.
De todas formas, esta afirmación no alcanza a la halajá, ya que para el dictamen halájico se debe proceder según las reglas establecidas, como por ejemplo atenerse a la mayoría de opiniones. Es decir que si la mayoría sostiene determinada opinión ante una minoría que difiere de la misma, se debe proceder según la mayoría. Siempre, por supuesto, bajo la guía de las autoridades competentes que analizan cada situación.
Y por supuesto esta regla aplica cuando los que discuten son sabios de verdad, y en tanto no cometan un error de análisis o de cita de la fuente, pues incluso los sabios pueden cometer este tipo de errores y en estos casos por supuesto no podemos afirmar que todas las opiniones son divinas.
Ocurrió en cierta ocasión, que Rabí Ovadia Yosef z”l visitó una sinagoga en el barrio de Har Nof, y vio en la cartelera de la misma un informaba sobre un día dedicado íntegramente al estudio de la Torá –yom sheculó Torá- del cual tomarían parte algunos grandes rabinos. Sobre uno de estos rabinos se escribía el título de Rab Hagaón Hagadol, el gran erudito, y se retiró de allí nuestro maestro aduciendo que quien otorga el título de gran erudito a cualquier rabino injuria a los eruditos verdaderos.