Dice el Talmud: Aquel que observa el arcoíris se debilitan sus ojos, pues está escrito: Así como la claridad del arcoíris en las nubes, es la apariencia de la presencia divina (Ezequiel 1). Por ello es que el Talmud determina que no se debe observar el arcoíris, pues se asemeja a la aparición divina.
Sin embargo es difícil esta similitud, ya que cómo es posible asemejar el arcoíris a la presencia de la divinidad. Explica el Meiri, que así como el arcoíris tiene una apariencia difusa, en sus colores y en su presencia, también la presencia divina no puede ser alcanzada con claridad.
Y así lo dictamina Maran (Sh. Aruj cap. 229) donde prohíbe observar el arociris ya que ello debilita la visión del ojo que lo observa.
Rab Dob Soloveichik z”l explica que esta afirmación de nuestros sabios, en cuanto a que se debilita la visión se refiere a que quien no percibe la presencia divina en el arcoíris es porque su visión espiritual es débil. De allí el tiempo presente de la conjugación del verbo debilitar, es débil.
Sin embargo el Maguen Abraham cita al Shel”a Hakadosh y entiende que la afirmación del Talmud se debe comprender textualmente.
Quien ve el arcoíris debe pronunciar la siguiente bendición: Baruj Ata….. zojer haberit, neeman bibrito vekaiam bemaamaró. O sea, que el Eterno es fiel a la alianza que hizo con Noaj de no volver a destruir el mundo, aún cuando la mayoría del mismo está corrupta. Y termina diciendo “kaiam bemaamaró”, o sea que aún cuando el arcoíris es un efecto natural de refracción, de todas formas cumple su promesa de no destruir el mundo.
La obra Mishna Berurá pone en duda si la bendición sobre el arcoíris se pronuncia sólo si aparece completo, es decir una media luna completa o aún si aparece en forma parcial. Nuestro maestro, en su obra Hazon Ovadia cita en nombre de la obra Sefer Haberit que sólo se pronuncia la bendición si ve el arcoíris completo.
De todas formas y ante la duda no se debe pronunciar la bendición a menos que aparezca tomo el semicírculo del acoiris.