Como vimos en la entrega anterior, existen persona que debido a su conducta reñida con la Torá de Israel, que se oponen a la Torá y a sus preceptos en forma deliberada y agresiva, a estos se los puede odiar o maldecir y no son dignos de ser amonestados. A continuación veremos sobre aquellos que, en la actualidad no se comportan según la Torá y la observancia del pueblo de Israel.
Como es sabido, en la actualidad la mayor parte de quienes no son observantes adoptan dicha conducta no por principio o para oponerse deliberadamente a la Torá, sino porque así han sido educados, sus padres los enviaron a instituciones educativas que les transmitieron la lamentable ideología de que la Torá y la observancia son cuestiones obsoletas, “primitivas” e incluso repugnantes y así se formaron por lo que no pueden aceptar como normal una conducta regida por la observancia de la Torá.
En el Talmud (Shabbat 48) enseña que un bebé que fue raptado por los gentiles (por ejemplo los niños que fueron educados en un convento), que trasgrede las prohibiciones de la Torá, no es culpable pues su accionar se considera involuntario, no deliberado, ya que su falta de conocimientos lo llevó a actuar de dicha manera. Pero Rash”i así como otros grandes comentaristas interpretan que se consideran sus pecados o transgresiones como involuntarios sólo si desconoce la existencia del pueblo de Israel y su Torá, pero si sabe que existe el pueblo judío y que tienen una Torá con preceptos particulares, su accionar se considera deliberado y sus transgresiones son consideradas como culpas y no como yerros o actos involuntarios. Pues la raíz de la observancia de los preceptos es analizar y razonar sobre su verdad y rectitud, y esta persona que, a sabiendas de la existencia del pueblo de Israel y de su forma de vida no se interesa en averiguar y buscar la verdad, no es considerado como un niño raptado y por lo tanto todas sus transgresiones son consideradas como deliberadas y no involuntarias.
Por lo tanto en la actualidad, aquellos que no observan los preceptos de la Torá no puede considerarse su conducta como involuntaria o errónea, así como la del niño raptado por los gentiles, pues es su deber investigar y razonar para alcanzar la verdad.
Sin embargo el Ramba”m y otras grandes autoridades de los primeros tiempos consideran que las personas que fueron educadas por gentiles, aún cuando saben de la existencia del pueblo de Israel y de su Torá, no pueden ser considerados como pecadores deliberados ya que no actúan así por convicción sino por la educación que recibieron y que los induce a pensar en forma equívoca. Y así lo legisla Maran (Sh. Aruj Yore Dea cap. 159) quien escribe con respecto a los Caraítas, quienes reniegan de la tradición oral de la Torá, que está prohibido prestarle dinero con interés, aún cuando –bajo ciertas condiciones- sí se le puede prestar con interés a un judío renegado, los Caraítas no actúan así por convicción sino debido a la educación equívoca que recibieron. Y así lo legisla Ramba”m, considerando a los Caraítas como personas que actúan en forma equivocada debido a la educación errónea que recibieron.
Concluimos, que las personas que en la actualidad se hallan alejadas de la Torá y de sus preceptos debido a que fueron educados en instituciones seculares que reniegan de la Torá y la enseñanza de los sabios, deben ser apreciadas y tratar de acercarlos a la Torá divina y a la observancia razonando y mostrándoles su error.
Especialmente aquellos que fueron educados en el concepto de que la Torá es obsoleta y arcaica, deben ser considerados como niños que fueron raptados por los gentiles, que el Talmud arriba mencionado considera como no punibles. Todo esto en tanto no se opongan a la Torá de Israel y traten de defenestrar a los sabios y a sus enseñanzas, pues entonces es un deber rechazarlos, y rezar por su desaparición para que no continúen causando daños al pueblo de Israel y a su Torá, como está escrito “Con la desaparición de los impíos hay cántico” (Mishle).
Y qué lamentable es, que incluso dentro del judaísmo observante existen grupos que se desentienden totalmente de estos hermanos que viven en forma errónea y olvidan que el Talmud (Sanedrín 27) interpreta el versículo “y tropezarán unos con el pecado del otro”, que todos los judíos somos responsables unos por otros y debemos tratar de acercarlos a la forma de vida de la Torá, haciendo que amen su raíces y así todos podamos servir a D-os con amor y unidad y santificar el nombre del Eterno en el mundo.
Para concluir, citaremos un episodio que ocurrió con uno de los líderes de la iglesia en Francia (que fue propuesto como Papa). Se trataba de un judío que de niño fue entregado por sus padres a la iglesia alemana para salvarlo del holocausto nazi. Así se educó en la fe cristiana hasta alcanzar el grado de cardenal primado de Francia y una de las personalidades más importantes del cristianismo francés. Antes de su fallecimiento, lo visitó Rabí Yosef Sitruk, Shlit”a, Gran Rabino de Francia, y el entonces cardenal le pidió que después de fallecido pronuncien sobre el Kaddish pues es judío y su nombre es Aharon Halevi.
Después de fallecer este hombre, Rabí Sitruk le acercó la pregunta a nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l, quien al oír el caso comenzó a llorar desconsoladamente. Rabí Ovadia Yosef, z”l respondió definitivamente que se debe atender el pedido del difunto y pronunciar el Kaddish en su nombre, pues el judío aún cuando pecó continúa considerándose judío, especialmente teniendo en cuenta el hecho de que llegó a dicha situación por haber sido arrebatado del seno materno a su más tierna edad para salvarlo del holocausto y por lo tanto no se lo debe considerar como un judío renegado y es un deber pronunciar el Kaddish por su alma. De hecho, cuando acompañaban sus restos fúnebres, fue retirado el féretro de la iglesia acompañado por diez judíos que pronunciaron el Kaddish en su memoria, ante la presencia del entonces presidente de Francia Sarkozi, y se santificó así el nombre de D-os.