En la entrega anterior vimos sobre la prohibición de maldecir a otro judío, asimismo vemos que algunos sabios maldijeron a personas que con su conducta se autoexcluyeron de la congregación de Israel.
El Talmud (Baba Kama 94) enseña: “Venasi veameja lo taor” prohíbe el versículo maldecir al príncipe –o juez- de tu pueblo, pero infiere el Talmud que sólo aplica la prohibición si este príncipe o juez se comporta según la conducta propia del pueblo de Israel. Es decir el príncipe o líder que no observa los preceptos de Israel y no mantiene una conducta según estos principios está permitido maldecirlo, más aún si se trata de una persona común, no juez ni líder, que se lo puede maldecir si no es observante de los preceptos. Ver al respecto Mishna Berura cap. 329 inc. 2 que así lo dictamina y cita las distintas fuentes halájicas que avalan este dictamen.
Lo anterior aplica también sobre la prohibición severa de avergonzar a otro judío en público o la indicación de amonestarlo sobre su conducta, solamente regirán estos principio con personas que observan una conducta acorde a la ley de la Torá. Y así lo dictamina Ramba”m (Leyes sobre las Ideas cap. 6) y el Hafetz Hayim (Hafetz Hayim cap. 7). Asimismo está permitido litigar con personas impías, como lo prescribe Rabenu Yona (Shaare Teshuba cap. 4 sección 49). (Aunque existe una gran diferencia entre los no observantes de la época del Talmud y los no observantes de nuestros días, pero al respecto escribiremos en la próxima entrega).
Sin embargo el Talmud (Berajot 10) relata que unos hombres groseros molestaban a Rabí Meir quien oró para que D-os se los lleve de este mundo. Su esposa, de Rabí Meir, lo corrigió diciéndole por qué oras para que mueran estos impíos, seguramente pues está escrito “Que se acaben los pecados de la tierra y los impíos ya no estarán”, sin embargo fíjate que no dice que se acaben los pecadores sino los pecados, y al no existir pecados ya no habrá pecadores. Por ello, decía Beruria, esposa de Rabí Meir a su santo esposo, reza porque estas personas tornen en Teshuba y corrijan sus acciones y así ya no habrá pecadores.
De lo anterior aparentemente vemos que no se debe litigar o maldecir a los impíos sino rezar para que corrijan sus acciones y retornen a las raíces de su pueblo, y tratar de amonestarlos en forma suave y agradable hasta lograr que se reformen.
La respuesta a este cuestionamiento es la siguiente. Las personas que pecan simplemente porque no pueden controlar sus instintos, no por rebelarse contra el Eterno, y tampoco provocan daños espirituales en los demás, son personas a las que no se debe maldecir sino tratar de corregirlas y orar por ellos para que retornen a su Creador. Sin embargo aquellos que peca e induce a otros al pecado, o tiene poder y lo utiliza para defenestrar a los sabios y rabinos de Israel o impedir que se estudie libremente la Tora de D-os, estas personas no son merecedoras de que se ore por ellos para que retornen en Teshuba ya que cada minuto de su vida genera un distanciamiento con la Torá, y por lo tanto es apropiado rechazarlos, como está escrito A quienes odian al Señor odiaré (Tehilim), se los debe odiar por su conducta que atenta contra la Torá de D-os. Lo mismo aplica a aquellas personas que editan o propagan ideas contrarias a la Torá de D-os o aquellos que se oponen públicamente a los sabios de Israel y a la Torá de nuestro pueblo, expresando ideas vergonzosas sobre la Torá y los rabinos. Sobre estas personas es necesario orar para que D-os se apiade de Su pueblo y se los lleve para que no continúen provocando daños a la integridad de Israel.
Y ya explicamos oportunamente que a los padres que no son observantes se los debe respetar según lo indica la Torá, sin embargo esto sólo aplica si no le impiden al hijo cumplir con los preceptos, pero si lo acosan y no le permiten que observe libremente las ordenanzas de D-os, la misma Torá indica que no son merecedores del respeto filial. Pero aquello que simplemente por error o desconocimiento no observan los preceptos, se debe rezar por su integridad espiritual y que retornen de su conducta equívoca.
En la próxima entrega veremos sobre los judíos de la actualidad que lamentablemente se hallan alejados de la observancia de la Torá.