Pregunta: Es correcto que está prohibido convocar el juicio celestial sobre una persona. O sea pedir que D-os juzgue a quien mi hizo tal y tal cosa?
Respuesta: Cuando nuestra matriarca Sara comprobó que era estéril, le entregó su esclava a Abraham para que se reproduzca. Y cuando esta esclava, Agar, quedó embarazada comenzó a comportarse despectivamente con su ama Sara, y dice la Torá: “Mi agravio sobre ti, te entregué mi sierva para que engendres y al quedar embarazada me despreció. Juzgue D-os entre mi y entre tu” (Bereshit 16). Es decir que nuestra matriarca Sara convocó el juicio celestial ante la queja que ella tenía contra su esposo Abraham.
Escribe el Talmud (Baba Kama 93) dive Rab Hanan, no debe la persona convocar el juicio celestial, pues de lo contrario él será castigado primero, lo cual aprendemos de la matriarca Sara que dijo “mi agravio sobre ti” y está escrito más adelante en la Tora: “Y vino Abraham a hacer duelo por Sara y a llorarla” es decir que murió Sara en vida de Abraham como castigo por haber convocado el juicio celestial.
Aclara el Talmud, que en caso de que su litigante no acepta concurrir a un tribunal rabínico o no existe un tribunal para que juzgue las diferencias entre ambos, se puede convocar el juicio del Eterno sobre el otro. Lo mismo aplicaría si el otro presenta testigos falsos y no tiene como demostrar su inocencia o su verdad, puede convocar el juicio divino al respecto, siempre y cuando la verdad está de su lado. De todas formas no siempre es una conducta aconsejable.
Escribe el Ra”n (comentario sobre el Talmud Rosh Hashana 3b) que incluso si el litigante no desea concurrir ante el tribunal rabínico o simplemente no existe tal tribunal, no se debe convocar el juicio celestial sin informarle al otro que se procederá así. Y así lo dictamina Ram”a (Sh. Aruj Joshen Mishpat cap. 422)
Y en su momento, hace aproximadamente un año, vimos que la persona no debe ser duro o cruel para aceptar disculpas, y por el contrario, debe evitar enojarse. Y cuando la persona que lo agravió le pide sus disculpas debe aceptarlas de buen ánimo y perdonarlo con total integridad, pues así procede la progenie bendita de Abraham. Así lo afirma el Talmud (Baba Kama 24) que la persona no debe ser cruel al momento de aceptar disculpas, como dice el versículo: “Y oró Abraham por Abimelej. Y curó D-os a Abimelej (Bereshit 20).
Escribe el Ramba”m (Leyes sobre Agresiones cap. 5) Que aquel que acepta fácilmente las disculpas es alabado y aceptada su conducta por los sabios. O sea que supone una gran virtud ser condescendiente al momento de aceptar las disculpas y no asumir una conducta dura y cruel, pues la estirpe de Abraham se caracteriza por tres condiciones: Piadosos, vergonzosos y generosos, es decir que la calidad de las virtudes humanas son característica innata del pueblo de Israel.
Y no es aconsejable unirse en matrimonio sino con aquel que posee estas tres condiciones que distinguen a la progenie de Israel (Yebamot 69ª) y no con una persona dura y cruel. Y dice el versículo: “Pues se impuso sobre nosotros Su piedad”. Se impuso, en idioma hebreo “gabar”, forma el acróstico de gamlanim, baishanim y rajmanim, es decir vergonzosos, piadosos y generosos (Shel”a Hakadosh sobre el tratado de Pesajim)
Escribe nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a al respecto (ver sus exposiciones folio 294) que nos enseñan nuestros sabios al citar estas tres condiciones, vergonzosos, piadosos y generosos, que existen pobres vergonzoso que no se atreven a pedir limosna. Por otro lado, hay en el pueblo de Israel piadosos, los ricos que desean ayudar a los pobres, pero desconocen cómo llegar a ellos, y entonces los generosos se presentan para mediar entre ellos y hacer que el dinero llegue a las manos de los necesitados.