En la entrega anterior hablamos sobre el precepto del casamiento, y teniendo en cuenta que mañana es 15 de Ab, fecha relacionada con el casamiento como vimos allí, ampliaremos el concepto.
Escribe el Talmud (Pesajim 45): “Todo el que le entrega su hija a un ignorante, es como si la atara y la pusiera delante de un león”. El Talmud desea expresar que al entregar una hija a un hombre no observante y sin conocimientos de Tora, no solo la perjudica espiritualmente sino materialmente, pues un individuo así no será una pareja con la que pueda vivir armónicamente.
Y es preciso ser sumamente cuidadoso al respecto, tanto si el padre es el responsable sobre su hija como si ella lo es por si misma, pues al contraer enlace con una persona de esas características lo más probables es que ello genere conflictos, por ejemplo en el área de la pureza familiar en la que si el hombre no es conciente de su importancia y no lo observa puede incluso arrastrar a su esposa en esa conducta.
Escribe nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a, que incluso si el joven se compromete a llevar una vida religiosa no es creíble a menos que lo demuestre con su conducta durante un tiempo importante (Yejave Daat tomo 5 cap. 61).
Y las muchachas observantes deben escoger a su futura pareja con inteligencia y sabiduría y no dejarse llevar por la imagen o el poder económico etc. ya que nada de ello le garantizará una vida judía plena y feliz. Lo importante es el temor a D-os y las virtudes que la futura pareja posee, de manera que juntos ameriten construir un hogar en el que D-os posee Su divina presencia y engendren hijos que continúen el camino trazado por los padres, comprometidos con D-os y Sus preceptos y conformen la hermosa cadena generacional que nos une a todos los judíos con nuestros gloriosos ancestros.
Y por sobre todo una persona cuyas condiciones humanas hagan que la pareja viva en armonía toda su vida.