Pregunta: Si sobre la persona se cierne un mal decreto de los cielos ¿es posible anular el mismo por medio de la plegaria?
Respuesta: El Talmud (Abot cap. 1 mishna 7) nos dice: Nitay Haarbeli solía decir: “Aléjate del mal vecino y no te juntes con el inicuo y no desesperes del castigo”.
Explica el Ramba”m, en su comentario sobre éste último parrafo de la mishna, que aún si te hallares en los abismos del sufrimiento no desesperes y pide a D-os por tu socorro, como está escrito: Pues no es corta la mano de D-os para salvarte y la salvación del Eterno –aparece- en un pestañar, ya que no existe límites para que D-os pueda ayudar al hombre.
En el libro de Reyes (libro II cap. 20) está escrito con respecto a Jizquiahu, rey de Yehuda, que fue un monarca justo y propició el estudio de la Torá en todo Israel de manera fantástica, En aquellos días enfermo el rey y se hallaba moribundo, se presentó a él Yeshayahu ben Amos, el profeta, y le dijo: Así dijo D-os, encomienda tu casa pues has de morir y no vivirás.
O sea que el profeta Yeshaiahu le anunció al rey que moriría. El Talmud (Berajot 10ª) comenta que el decirle el profeta que “morirás y no vivirás” se refería a que no sólo dejaría este mundo sino que habría perdido el mundo venidero, pues debido a sus acciones no lo ameritaba. Y le preguntó el rey a que se debía tanto rigor en su juicio, a lo que el profeta respondió, pues no te has ocupado de engendrar hijos. El rey Jizquiahu no se casó ya que había observado con su inspiración divina que los hijos que engendrar no serían dignos. El profeta le dijo que él no debía ocuparse de las decisiones divinas sino debía cumplir con lo que le competía como judío, el precepto de “piriá veribiá”, o sea engendrar hijos. El rey le dijo al profeta, entonces dame tu hija por esposa y quizás con tu mérito y el mío se pueda anular el decreto aciago que sobre mi se cierne. Sin embargo el profeta se negó pues le dijo que ya el decreto se había instituido y no se podía rever. Y le dijo el rey Jizquiahu al profeta: “hijo de Amos, culmina tu profecía y sal de aquí, pues así he recibido de casa de mis padres –de la casa del rey David- aún cuando la espada se halle sobre tu cuello no desesperes de la ayuda divina”.
Y dice el versículo inmediatamente: E inclinó su rostro hacia la pared y le imploró a D-os diciendo, Oh D-os, recuerda por favor cuanto me he encaminado ante Ti con verdad y corazón íntegro, y lo bueno a Tus ojos he hecho. Y rompió Jizquiahu en un amargo llanto. Inmediatamente, D-os se presentó al profeta Yeshaiahu y le dijo: Vuelve y dile a Jizquiahu el lider de mi pueblo, así dijo D-os el Señor de David tu padre, he oído tus plegarias, vi tus lágrimas y te He de curar, el tercer día subirás a la casa de D-os y He de agregar a tus días, quince años.
El gran erudito Rabí Shelomo Yaffe (en su comentario sobre el Talmud Yerushalmi Berajot cap. 9) explica lo siguiente: La intención del rey Jizquiahu al decir “he recibido de la casa del padre de mi padre” se refería al rey Yehoshafat, sobre el que está dicho que: Y clamó Yehoshafat a D-os y lo ayudó (Reyes I cap. 22). Pues estando en la guerra contra el rey de Aram, lo capturaron los comandantes de la infantería enemiga y llegaron a blandir la espada sobre su cuello, y entonces clamó a D-os y El lo ayudó. De aquí aprendemos a valorar la fuerza de la plegaria, cuyo alcance es inimaginable.
En la próxima entrega veremos los motivos que originan los sufrimientos al hombre y posteriormente en qué situaciones se debe incrementar el ruego al Señor.