Nuestros sabios nos transmite un conocimiento sumamente trascendental, en el Talmud (Rosh Hashana 16ª) nos dicen que el día de Rosh Hashana fue creado el hombre. Este es el día en que el Creador juzga a todas las criaturas y en el que se determinan casi todo lo que le sucederá al hombre durante el próximo año.
Obviamente no es casual que nuestros sabios nos enseñen este concepto, sino es para que asumamos la responsabilidad que ello significa en cuanto a cambiar conductas reprochables, prepararnos para el próximo año en forma detallada para así rectificar los errores y poder elevar nuestras plegarias al Eterno para que nos asista y nos proteja ante cualquier vicisitud.
Y es algo evidentemente lógico, pues si el hombre debe presentarse ante un rey humano, lo embarga el temor y el arrepentimiento por las trasgresiones cometidas y empeña su palabra y promete que tratará de rectificar todo lo que haya hecho mal. Y si el próximo año vuelve a presentarse ante el rey sin haber corregido su conducta, eso despertará al furia del monarca, ya que no cumplió con la palabra empeñada. Cuánto más aún nosotros que nos presentamos cada año ante el Eterno y empeñamos nuestra palabra de que realizaremos los cambios necesarios en nuestra conducta, y sin embargo volvemos a cometer los mismos pecados y no rectificamos absolutamente nada. Aún cuando nuestro Rey, el Señor del universo es un rey piadoso, compasivo y tolerante, no podemos asumir que nos presentaremos con los mismos pecados y se nos tratará con indulgencia. Por el contrario, es considerada una conducta insolente, desvergonzada el presentarse a pedir y rogar por nuestras necesidades personales en tanto no corregimos absolutamente nadad de lo que debimos corregir.
En realidad esto ocurre con muchos de nosotros, que al alcanzar la ancianidad observamos hacia atrás y vemos que no ocurrieron cambios de importancia en nuestra vida que nos hayan llevado a mejorar la misma, dejamos correr la vida en forma mecánica, fluyendo si ninguna superación. El motivo principal de esta conducta es la falta de análisis introspectivo de nosotros mismos. Justamente Rosh Hashana es la oportunidad de analizar nuestra conducta y la forma en que transcurre nuestra vida, tratar de corregir aquellas cosas en las que fallamos ante D-os, asumir en principio algún cambio, aún pequeño, que nos permita enriquecernos espiritualmente. Siempre asumiendo estos cambios a partir de una decisión pensada que nos posibilite mantener la misma incluso ante los obstáculos que se presenten, mantenernos incólumes ante cualquier vicisitud que se oponga a la decisión tomada. Así podemos realmente considerarnos Baal Teshuva, o sea un retornante sincero de quien son oídas sus plegarias pues de los cielos observan la honestidad de su proceder. Y así nos dicen nuestros sabios: Dice D-os, abrid una puerta pequeña como la hendidura de una aguja, y Yo les abriré portones como los de un inmenso salón.