En cada ocasión que el padre pasa delante del hijo, o el maestro delante del alumno de manera que puede verlo, debe pararse en toda su estatura para honrarlos.
Según el Talmud (Kiddushin 33ª) y en opinión de Rabí Yenai, el alumno (lo mismo aplicaría para el padre) no debe pararse más de dos veces en el día por su maestro, pues de lo contrario estaría honrándolo por encima de la honra que le conferimos diariamente a D-os, por Quien pronunciamos Shema Israel, dos veces por día. Por lo tanto, de pararse más de dos veces en el día por su maestro le estaría otorgando un respeto mayor que el del Eterno. Y así acostumbran las comunidades ashkenazitas, quienes se paran por sus maestros sólo dos veces por día (esto aplica asimismo a los padres).
Sin embargo, entre los sefaradím y asimismo según numerosas autoridades ashkenazitas, la costumbre imperante es pararse delante del padre o maestro incluso cien veces por día, ya que hay opiniones en el Talmud diferentes a la de Rabí Yenai arriba mencionada. Y teniendo en cuenta que esto se relaciona con el temor debido a los padres y los maestros, el cual fue asemejado al temor por la divinidad, como está escrito:” Y será el temor a tu maestro como el temor a la divinidad”, es preciso pararse cada vez que se acerque el padre o maestro, a menos que este disculpe su honra y le permita explícitamente al hijo o alumno pararse ante su presencia sólo dos veces por día.
Con respecto a la “aliá LaTorá”, o sea el momento en que el padre o maestro es invitado a leer la Torá, aún cuando es suficiente con pararse cuando el mismos se dirige a la bimá –atrio-, es costumbre entre los sefaradim permanecer de pie durante toda la lectura de la porción en que subió su padre. En este caso no es válido que el padre disculpe este honor ya que siendo una costumbre pública y generalizada, el omitir hacerlo se consideraría un agravio lo cual el padre no puede disculpar.