En la entrega anterior, hablamos del respeto debido a los padres, parte de cual es alimentarlos o darles de beber cuando estos lo requieren. Por supuesto, esto especialmente aplica a los padres mayores que ya no puede valerse totalmente por sí mismos y necesitan el apoyo de sus hijos para alimentarse.
Existe en el Talmud (Kiddushin 31ª) una discusión sobre el precepto de respetar o alimentar a los padres, si debe realizarse con el dinero particular de los hijos o no. El citado Talmud concluye que los hijos no deben desembolsar de su propio dinero para cumplir con este precepto y pueden utilizar el dinero de sus padres en tanto estos posean medios para sustentarse.
Sin embargo, en caso de que los padres no posean los medios necesarios, la obligación de alimentarlos y realizar todo lo necesario para honrarlos rige para los hijos los cuales deben hacerlo de su propio peculio. En caso de que los hijos no posean los medios para brindarles a los padres lo necesario, están exentos de hacerlo. Pero no están exentos de honrar a los padres y visitarlos aún cuando esto suponga que deben faltar a sus obligaciones laborales y por lo tanto les puede suponer una pérdida.
El Talmud (Kiddushin 31ª) hace referencia al caso en que un hijo pide algo de ciertas personas las cuales, posee la certeza, accederán hacerlo tanto por complacerlo a él como a su padre. En este caso no debe pedir que lo complazcan por su persona sino en honor a su padre, ya que de esta forma incrementa el honor de su padre haciendo que incluso las otras personas honren la persona de su progenitor. Esta afirmación del Talmud es legislada por el Tur y el Shuljan Aruj.