En numerosas ocasiones, citamos en este contexto expresiones como “quien así actúa convoca sobre sí la bendición” o “se trata de una actitud piadosa”, la pregunta que surge es ¿si desde el punto de vista halájico está permitido, por qué se insiste en asumir una actitud piadosa? Y si ello significa que está prohibido, debería prohibirse para todas las personas y no sólo para aquellos que desean actuar piadosamente.
Estas expresiones arriba citadas, ya fueron utilizadas por los grandes comentaristas de las primeras épocas como Rashb”a, Ritb”a, etc. Significan, que aún cuando desde la perspectiva halájica se pueda autorizar determinado proceder, lo ideal es abstenerse o actuar en forma más rígida para tener en cuenta las opiniones de los comentaristas que lo prohíben o las dudas que existen sobre dicho precepto.
En realidad, es apropiado que la persona asuma en la medida de sus posibilidades estas conductas más rígidas, como lo expone claramente el sagrado libro del Zohar, y como se explayan sobre esto las autoridades de la Cabbalá.
Escribe la obra Mesilat Yesharim, que el origen de la palabra “hasidut” -piedad- lo hallamos en la palabra “hesed” o sea favor. Y aún cuando las actitudes piadosas aplican tanto a los preceptos entre las personas como a aquellos que rigen la conducta entre el hombre y D-os, básicamente las actitudes piadosas se refieren a la conducta entre el hombre y el prójimo, o sea tratar de beneficiar al otro, de comportarse con el compañero con gentileza y predisposición a ayudar, y expresarse de manera amable y suave tratando de ayudar al otro en todo lo posible. En general, actuar con el prójimo así como le gustarían que lo hicieran con él. Y actuar de esta forma hasta que ello se convierta en parte de su naturaleza, y, como dijeron nuestros sabios “aquel que se apiada de las criaturas de D-os, de los cielos se apiadarán de él”.
Escribe el Ritb”a (Rabbenu Yom Tob Ashbili z”l alumno del Rashb”a z”l s. XIII) en su comentario sobre el tratado de Shabuot, que no posee el hombre un prójimo más cercano a él que su esposa, ni la mujer alguien más cercano que su esposo, por ello, en lugar de buscar actitudes piadosas fuera de su hogar lo ideal es que la persona trate a su cónyuge con amor, respeto y tolerancia ya que esto se considera una actitud meritoria. Y la prohibición de la Torá de “onaat debarim”, engaño o maltrato verbal, aplica especialmente a la relación conyugal, como dijeron nuestros sabios “debéis cuidaros del maltrato verbal de la mujer pues sus lágrimas son frecuentes”.
Todas estas actitudes piadosas se incluyen en la categoría de “shiieré mitzva” o sea complementos de los preceptos, sobre los cuales dijeron nuestros sabios que evitan los sufrimientos. O sea incluso aquellas cosas que no son de hecho un precepto, sino simplemente actitudes complementarias del precepto en sí, al proceder la persona meticulosamente con estas actitudes convoca la misericordia divina sobre él, pues si actúa con tanta piedad ello amerita que D-os lo proteja de los sufrimientos. Se incluye en esta conducta todos los favores hacia el prójimo que no son parte de su obligación, o la preocupación por conseguir una “meguilá” apta para la lectura de Janucá, o un etrog hermoso para cumplir con el precepto en Sucot, etc.
Advierten nuestros sabios, que si en general la persona debe tratar de actuar en forma recatada y sobria, sin exponer sus méritos ante los demás, más aún debe hacerlo con sus actitudes piadosas, especialmente con aquellas actitudes piadosas que poseen un aspecto prohibido, como la soberbia, etc.
El gran erudito Rabí Shalom Messas z”l, gran rabino de Jerusalén, oriundo de Marruecos, en su lugar de origen los grandes rabino no solían colocarse los tefilín de Rabbenu Tam z”l (tefilín cuyo ordenamiento interno de las porciones que contiene es diferente al de los tefilín de Rashi que habitualmente utilizamos), sin embargo él deseaba fervorosamente colocarse estos tefilín sabiendo la importancia que los mismos poseen, especialmente después de haber leído lo escrito por el Raaba”d (Rabbenu Abraham ben David s. XII) que halló en unos escritos antiguos del Talmud Yerushalmi el ordenamiento de las porciones escritas de los tefilín según la opinión de Rabbenu Tam, y asimismo debido a la importancia que dichos tefilíin poseen según la Cabbalá. Por todo lo anterior, lo embargaba un poderoso deseo de cumplir con este aspecto más rígido del precepto. Entonces, al cumplir los treinta años comenzó a practicar esta actitud más severa en el precepto de los tefilín, pero después de uno meses enfermó de tifus, enfermedad que lo puso en peligro de muerte, hasta que se apiadaron de él desde los cielos y superó la enfermedad.
Una vez recuperado, realizó un autoanálisis para determinar que posible trasgresión lo llevó a las puertas de la muerte, y tras un meditado examen llegó a la conclusión de que su “gran pecado” había sido colocarse los tefilín de Rabbenu Tam delante de los grandes rabinos de su generación que no observaban dicha “humrá” –aspecto más rígido del precepto-, y por lo tanto tal proceder rayaba con una conducta soberbia de su parte. Desde ese momento asumió no volver a colocarse los tefilín de Rabbenu Tam, continuando la tradición de los rabinos de su ciudad.
En la actualidad en Israel, se considera un gran precepto para cada persona colocarse los tefilín de Rabbenu Tam pues este proceder se halla difundido entre prácticamente todas las personas observantes.
Escribe en la obra Pele Yoetz, que la persona que se abstiene de observar determinada conducta piadosa debido a no aparentar soberbia, etc. ameritará una recompensa por dicha acción de la que se abstuvo, como si la hubiese observado. Pues de los cielos observan que realmente deseaba cumplir con dicha actitud más rígida, pero se abstuvo por un motivo externo, por lo tanto consideran su buena intención como una acción de hecho.
Concluimos, que las actitudes piadosas o más rígidas de los preceptos le competen en realidad a todas las personas, tanto en lo que respecta a los aspectos más embellecedores de los preceptos, como al proceder generoso y magnánimo con el prójimo, siempre que la intención sea de cumplir con la voluntad divina y no la de vanagloriarse o adular, etc.
Que el mérito del cumplimiento de acciones piadosas nos haga presenciar la llegada del tan ansiado Mashiaj, Amén.