Cada integrante del pueblo de Israel debe cumplir con el precepto de leer la Meguilá en Purim. Esta lectura se debe realizar en la noche y repetirse durante el día, como refiere el versículo: D-os, clamaré a Ti en el día y no me responderás, y en la noche y no permanecerás en silencio. Este versículo aparece justamente en el Tehilim –Salmos- en el capítulo que habla de la gacela en la mañana, el cual según el Talmud (Yoma 29ª) hace referencia a Esther, por ello es que aprendemos de este capítulo halajot concernientes a la lectura de la Meguilá, la cual fue redactada por Esther y Mordejai conjuntamente.
De todas formas, teniendo en cuenta que no todas las personas pueden leer la Meguilá o poseen una Meguilá apta escrita sobre pergamino, cumplimos la obligación de la lectura de la Meguilá oyendo la misma del oficiante, aplicando la regla halájica que establece que quien oye una lectura es como si él mismo la estaría pronunciando –Shomea Queone-, de esta forma se da cumplimiento al precepto cabalmente. Por lo tanto, el oficiante que lee la Meguilá de una escrita sobre pergamino, debe concentrarse en que su lectura sirva para que todos los oyentes cumplan con su obligación, asimismo los oyentes deben concentrarse en el mismo pensamiento y de esta forma se considera como si dieran lectura ellos mismos a la Meguilá.
No existen diferencias entre el hombre y la mujer con respecto a la lectura de la Meguilá, pues también las mujeres poseen la misma obligación ya que ellas fueron partícipes del milagro de la salvación en épocas de Mordejai y Esther. Más aún, el milagro fue protagonizado por una mujer, Esther la cual en su condición de reina intercedió por su pueblo ante el rey Asuero. Y aún cuando en ciertas comunidades acostumbran las mujeres a oír la Meguilá sólo por la noche, se trata de una costumbre errada la cual debe ser erradicada totalmente de la comunidad.
Tras las bendiciones correspondientes a la lectura de la Meguila está prohibido hablar hasta después de las bendiciones finales tras la lectura de la Meguilá. Si quien oye la Meguilá pronunciase alguna palabra ajena a la lectura mientras el oficiante continúa con su lectura, no cumple con su obligación y rige en este caso la misma legislación de aquel que no oyó parte de la Meguilá, lo cual aclararemos más adelante.
Se debe ser sumamente meticuloso en la lectura de la Meguilá, especialmente cuando se oye la Meguilá en público, se debe poner atención en no dejar de oír ni una sola palabra pues de acuerdo a la opinión de muchos casuistas, entre ellos el Rashb”a, Ra”n y otros, si pierde una sola palabra no cumple con el precepto de la lectura.
De todas formas, si por alguna eventualidad, como ruidos en la sinagoga o murmullos, etc. no oyó algunas palabras de la Meguilá, podrá leer las palabras faltantes de la Meguilá con la que sigue la lectura aún cuando se trata de una Meguilá editada en papel. Hará esta lectura rápidamente para alcanzar al oficiante en la lectura común. Al alcanzar al oficiante permanecerá en silencio para oír el resto de la Meguilá la cual de haber sido oída en su mayoría desde una Meguilá apta, o sea escrita sobre pergamino, aún cuando haya leído una pequeña porción en una editada en papel, cumple con el precepto de la lectura.
Está prohibido comer antes de la lectura de la Meguilá. Por ello, las mujeres que no pueden concurrir a la sinagoga y espera el regreso de su familia y sólo después oyen la Meguilá, deben poner atención en Purim en la mañana de no comer antes de oír la lectura de la Meguilá. De todas formas, está permitido beber un café o té, o incluso comer unas frutas antes de oír la Meguilá. Asimismo se puede probar un trozo de torta o pan en una cantidad menor a cabeza – 54 gr.-.
Aquellos que adoptan una postura más rígida y no prueban nada antes de la lectura, convocan sobre sí la bendición divina.